domingo, 8 de julio de 2012

Dentro del alma, dentro de lo que somos. El ser que nos habita. El ser que nos conmueve las tripas. Que guarda los secretos. Que sufre los avatares verdaderos de la vida. Éste es el que nos conoce realmente. Y aunque lo ignoremos, y no queramos saber de él. Nos grita. Nos grita cada vez que puede. Se hace oír con toda claridad cuando la vida le da oportunidad. Y es en esos instantes que el corazón se estruja. 
Hoy, amigo lector, tengo el corazón hundido. Tengo este pájaro azul del que nos habló el genio Bukowski, cantando en mi habitación. Tengo el alma abierta en plenitud y gritando que se muere. ¿Será de tristeza? ¿será de frustración? Es incierto. Y no hay cosa peor que la incertidumbre. 
Lo cierto es que la vida te da, a veces, razones para darte cuenta de que no todo es como pensamos. Ni siquiera nosotros mismos somos como creemos. Y ¿qué podemos esperar de un desconocido? ¿qué podemos creer, si el desconocido somos nosotros mismos? Hoy querido lector, me he reconocido. Me he visto y no se a quién vi. Hoy tengo el corazón llorando y el alma cantando en mi hombro una canción que no quería escuchar. Y me enfrento a lo difícil. Me enfrento a lo que no quiero. A lo que temo. Me enfrento a mí mismo. 
Las palabras ya casi sobran cuando los sentimientos son intensos. Y hoy no encuentro palabras que expliquen lo que estoy sintiendo. Escapar es lo que se me ocurre. Pero de qué; ¿de quién?; ¿de mí?. ¡La insensatez! Amigo, ¡en qué huecos suele caer el alma! Y parece que una y otra vez se levantara, se desempolvara y volviera a vivir como si nada hubiera sucedido... !Mentira¡ ¡Nos mentimos una y otra vez! Queremos creer que las cosas nos pasan una sola vez en la vida. Que los dolores se superan y que las piedras que nos hicieron tropezar están en el pasado. ¡Ilusos! No somos capaces de controlar ni nuestra propia existencia. Y eso es lo que éste pájaro azul canta para mi esta noche:
"Tonto tu corazón que cree, 
Que siente que todo es amor, 
que todo es verdad y no hay traición.
Tonto tu corazón que siente, 
que ama una y otra vez."
Mi querido lector, tal vez los delirios de la noche sean las certezas que nos acompaña de día. No es mi intención matar esperanzas, sólo porque las mías hayan muerto. Son solamente eso, los delirios de la mente y el corazón. Y ese pájaro que canta y no quiero escucharlo. Que ignoro, que callo, que desprecio a veces. Pero que canta cada vez que puede y se hace oír cada vez que quiere y la vida le da oportunidad. Y hace que llore un poco. Aún lloro.

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