martes, 29 de mayo de 2012

ME DUELE EL ALMA



Me duele el alma.

Desperté esta mañana, pensando.
pensando demasiado, demasiadas cosas.
En este par de zapatos, en estas sabanas viejas.
En ese espejo colgado en la pared.
He cerrado la ventana para que el sol no me alcance.
He guardado tu retrato en el cajón.
Los ruidos de la calle me llegan lejanos
como de otro mundo.
Y el techo...
El día me sorprendió de repente
cuando todavía no se apagaban las luces de mi cabeza.
Y la música de la fiesta y el reír de los juerguistas 
todavía no se habían acallado del todo.
El dolor, el dolor en mi cabeza.
El dolor, el dolor en mi alma.
Las campanas llamando a los creyentes. 
Parecen ser mujeres que prometen libertad 
a los esclavos de su propia conciencia.
Yo no las dejo entrar, 
porque no saben de mis delitos ni de mis condenas. 
Solo me quedo en silencio y espero a que callen de una vez.
Y el techo...
El teléfono sonó tres veces y ya no sonó más.
Fueron las voces de aquellos que me recuerdan 
que el mundo sigue girando.
Pero yo estoy quieto y giro con el mundo. 
Y dejo que me lleve a ninguna parte.
Y que siga pasándole cosas a la gente.
Y que siga habiendo otoño.
Y que siga lloviendo.
Y que sigan casándose.
Y que sigan enamorándose y odiándose.
Son las voces de afuera.
Que me recuerdan que el mundo sigue girando
a pesar de mi ausencia.
Aunque ya no este presente ni siquiera en mi mismo.
Aunque solo sea un recuerdo.
Aunque solo sea polvo, silencio, tumba, nada.

((I.H.D.))



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