sábado, 4 de febrero de 2012

Entre vos y yo, el teclado QWERTY

Muchas son las cosas que nos han maravillado en el transcurso de los últimos doce años. Sólo basta con recordar cómo era la vida en aquel siglo XX. Para darnos cuenta de que el tercer milenio se vino con todo. Muchas de las cosas que hoy, en este siglo aún joven, forman parte de la cotidianidad; en los dos últimos decenios del pasado siglo, formaban parte de la ficción. 


Debo dar crédito a los avances en el campo de la ciencia y la tecnología. Hoy cada uno de los habitantes del planeta lleva en su bolsillo un teléfono. ¿Un teléfono digo? Más bien me refiero a un dispositivo de avanzada tecnología que permite al usuario conectarse en forma inalámbrica con cualquier ser humano del planeta. ¿Ser humano digo? No, porque también es un dispositivo que se comunica con computadoras (“supercomputadoras” hace unos treinta años) que a través de una “red” envían y reciben información de las cosas más variadas a velocidades increíbles. O sea que una persona con uno de estos “teléfonos” también esta comunicada a través de esta “red”  con otros dispositivos y con muchas otras personas que también forman parte de esta “red”.


No es mi intención dar una clase de tecnología, pero es válido el ejemplo de estos “teléfonos” para demostrar que, lo que veíamos asombrados en la televisión o el cine hace unos cuantos años atrás, hoy es real e incluso dejan esas ficciones como burdos presagios del presente.
Todo aquello a lo que en un principio sólo tenían acceso los científicos, hoy esta disponible para todos. Las supercomputadoras, que hoy reciben el apelativo de “servidores” se encuentran en muchos casos instaladas en hogares. La original “Red de Redes” es de dominio público e incluso niños tienen acceso a ella en computadoras personales y a veces ¡computadoras portátiles!. Sí abuela, portátil quiere decir que son chiquitas y que no se enchufan…


Mientras la abuela trata de digerir la idea de “portátil”, generamos más conflicto en los escasos desconocedores de la cotidiana vida virtual. Y surgen términos como Blog, Fotolog (¡FOTOLOG! ¿Todavía existe?) Facebook, y la abuela se desconcierta de nuevo: ¿Qué es You Tube nene?.
De este modo es como llegamos a la primera conclusión. Y es que el lenguaje (español, castellano), ha sufrido una de las mutaciones más importantes en lo que va de este impúber milenio. Donde se genera una especie de fusión con el Inglés. Y es así que usamos tranquilamente términos como: Windows, Logging, Password, Net, Chat, etc; sin miedo a que no nos entiendan. Por otro lado, suprimimos drásticamente en el lenguaje escrito los símbolos iniciales de pregunta y exclamación como si nunca hubieran sido necesarios.


Sin lugar a dudas, la vida se ha desdoblado de tal forma que puedo llegar a pensar que dejamos de ser, por momentos, seres humanos con nombre y apellido y pasamos a ser “usuarios y contraseñas”. Dejamos el nombre que nos pusieron nuestros viejos para usar Nicks en  Messenger. Las fotografías pasaron de tener el valor de “recuerdo” a tener el valor de “Post”(anuncio) en Facebook. En definitiva, tenemos una pequeña vida real y una gran existencia virtual.


Concluyo con una breve imagen: sentado una tarde en el parque, y mientras me tomaba unos mates, vi bajar de su vehículo a una familia completa. ¿Completa? No, me va a decir el lector. La hija adolescente de la familia se sentó en el césped y, mientras su hermanitos pateaban una pelota, abrió su Notebook (Computadora portátil) y se sumergió en el mundo virtual. La familia no estaba completa, esa chica no estaba en el parque. Estaba “conectada” sin ser  un aparato eléctrico. Estaba físicamente presente, pero virtualmente estaba en otro lugar. Yo veía a una chica, pero ella en ese momento era un “usuario y contraseña”, era una foto, era un Nick.


Cierto es el hecho de que el tercer milenio llegó con todo. Maravillas tecnológicas y científicas. Avances inimaginados. Logros sin precedentes. Pero también con un inmenso agujero virtual que nos traga, que nos aísla, que nos consume.
Amigo lector, la próxima vez que le digas “te quiero” a esa persona, no le mandes un mensaje de texto, mail o mensaje privado en alguna “Red Social”. Dejemos de conectarnos tanto y empecemos a comunicarnos. Quizás de esta forma no sea necesario reemplazar el término “humanidad”.

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